Microsoft, la gran empresa tecnológica que no tiene su sede central en Silicon Valley

Microsoft comenzó a operar en 1975 en Nuevo México, ya que su primer proyecto fue desarrollar software en Albuquerque para el Altair 8800, uno de los dispositivos que prendió la mecha de los ordenadores personales. Pese a ello, tanto Bill Gates como Paul Allen eran de Seattle, por lo que en 1979 se trasladaron a Bellevue (Washington), localidad que cambiaron en febrero de 1986 por Redmond, un pueblo aledaño situado a 21 kilómetros de Seattle en el que Microsoft tiene hoy su cuartel general (e incluso su propia calle: One Microsoft Way). En esa zona también se ubican otras multinacionales como Boeing o Amazon, aunque Microsoft es una de las que más personas emplean, con 41.664 trabajadores en su sede de las 97.811 con los que cuenta en todo el mundo.


El campus de la empresa no es fruto de un proyecto perfectamente trazado, ni de un diseño homogéneo. Primero se construyeron cuatro edificios, luego se añadieron dos más y así ha ido creciendo el complejo a lo largo de los años, con múltiples expansiones que han respondido a las necesidades de espacio de la compañía en cada momento. El resultado es un recinto de más de 100 edificios de diferentes formas y tamaños, que cubren una superficie de 750.000 metros cuadrados de oficinas y cuya denominación (con números y letras) y situación no responden a un patrón bien definido: no hay edificios 7 o 23, entre otras omisiones, las construcciones están desordenadas y la autopista 520 parte el campus en dos partes.

El campus y sus normas

La intención de Microsoft con tanto edificio es que cada equipo se sienta autónomo, aunque sin olvidar que pertenecen a una gran empresa. Algo similar a lo que ocurre con los propios puestos de trabajo, ya que a diferencia de otras compañías prácticamente todos los empleados cuentan con un despacho que pueden personalizar a su gusto. Una de las normas de la casa es que los trabajadores más antiguos tienen derecho a los puestos de trabajo con las mejores vistas al exterior, mientras que los recién llegados, independientemente de su cargo, ocupan los despachos interiores. Y es que en esta zona de EEUU, donde la lluvia es habitual, la luz es un lujo: para aprovecharla al máximo muchos edificios tienen forma de X.

Uno de los aspectos que más llaman la atención del campus de Redmond es su integración con los bosques y los edificios que lo rodean. A diferencia de otras sedes, no hay un perímetro o separación que aísle el complejo, sino que el visitante va conduciendo por la calle y de repente se encuentra los edificios grises y acristalados del mismo, lo que da la sensación de estar llegando a una universidad en lugar de a una empresa. Esta aparente falta de seguridad lo es sólo en apariencia, ya que todo el complejo cuenta con seguridad privada.

En cuanto a la movilidad, la compañía cuenta con un servicio de taxis y autobuses tanto interno como externo. El primero se utiliza para trasladar a los trabajadores dentro del campus: basta que soliciten un transporte mandando un e-mail para que éste aparezca en la puerta de su edificio a los pocos minutos. Por su parte, la red externa comunica el complejo con Redmond, Bellevue y Seattle, las tres localidades donde vive el grueso de la plantilla. Este servicio cuenta con 69 autobuses que cubren 22 rutas diferentes, realizan 200 viajes y movilizan a unas 17.000 personas diariamente. Todos son híbridos, tienen Wi-Fi y admiten la reserva online para evitar colas. Además, como muestra de la política de conciliación de la empresa (en realidad no hay horarios, lo que importa es que el trabajo se haga), la última ruta sale de la sede de Redmond a las 17:30 horas.



Un paraíso de servicios

Es una constante en todas las empresas tecnológicas y Microsoft no es una excepción. La compañía presidida por Steve Ballmer cuenta con toda una oferta de servicios para sus empleados, una táctica que resulta fundamental en un sector tan competitivo para retener y atraer talento a Seattle, donde el clima dista mucho de parecerse al de Silicon Valley. Los trabajadores de Microsoft disponen de refrescos y aperitivos ilimitados, así como 20 restaurantes de todo tipo (oriental, japonés, indio, italiano, de hamburguesas...) distribuidos por el campus. Además, el complejo cuenta con numerosas tiendas, incluida una de la propia compañía situada en el edificio 92 donde se pueden comprar tazas, vasos, chapas y todo tipo de cosas con los logotipos de Office o Windows.

La oferta se completa con numerosas zonas deportivas -hay campos de fútbol, baloncesto, volley y pistas para correr por el bosque- y un gimnasio que frecuenta el propio Ballmer.