La Impresión 3D cobra nuevas dimensiones
Este año se cumplen tres décadas de que S. Scott Crump y su esposa, -al crear una rana de juguete para su hija-, sentaran las bases de la industria que hoy prospera alrededor de la impresión 3D. Su visión del negocio los llevó a solicitar la patente y a fundar Stratasys, la compañía que es dueña de cientos de patentes en este campo.
La idea de los Crump ha permitido a otros, como los ingenieros de Amazon, soñar con camiones equipados con impresoras 3D para producir los pedidos durante el reparto. La curiosa idea se planteó en el año 2015 y tenía como objetivo acelerar el reparto de pedidos imprimiendo los bienes según los fueran solicitando los clientes.
Amazon tiene la patente de esta idea que, probablemente, no tenga aplicación práctica, ni ahora, ni a corto ni a medio plazo. Pero ahí queda la 'visión'. La impresión 3D es un recurso que permite a los equipos creativos de múltiples industrias desarrollar prototipos de manera más rápida, generar cambios y mejorar el diseño de forma sencilla, además de reducir los costos de producción.
En el corto plazo, el sector industrial aprovechará las oportunidades que esta tecnología le ofrece para incrementar su producción en industrias como la automotriz, aeroespacial, joyera, del calzado, así como en la arquitectura, arte, educación, salud y muchas más, con la posibilidad de personalizar o hacer cada producto a la medida de un cliente en particular. Lo que viene es la fabricación de piezas funcionales, que se colocan en un auto, en un avión o en una persona.
El sector aeroespacial es uno de los principales impulsores de esta tecnología. Compañías como General Electric usan estas técnicas para multitud de componentes que emplea la NASA.
La impresión 3D se utiliza en la producción de piezas de uso final. Stratasys trabaja en el mundo de los plásticos, y Airbus ha impreso más de 1.000 piezas para el avión A350 XWB de pasajeros. Estas soluciones permiten producir piezas complejas bajo demanda, garantiza la entrega a tiempo, racionaliza las cadenas de suministro y reduce el desperdicio de material. Tanto Airbus como Boeing son conscientes de que crear estos productos implica una reducción de costes de entre el 25% y el 50%.
También está el caso de Portal 3D, la primera impresora en órbita que trabaja ya en la Estación Espacial Internacional, y que resuelve los problemas de los astronautas que necesitan instrumentos para usar en el espacio. Ahora es posible imprimirlos y utilizarlos, ya que los planos ya están cargados en la máquina.
Por su parte, la Agencia Espacial Europea (ESA) colabora con 28 compañías industriales en el programa Amaze para fabricar piezas metálicas de gran tamaño sin generar residuos y en menos de 24 horas.
Se observa un futuro prometedor de la impresión 3D en el mundo de la alimentación y la restauración. Ya en 2013 la NASA anunció su apoyo financiero a Systems and Materials Research Corporation, una empresa fabricante de impresoras de pizzas. En este caso el polvo es la materia prima para imprimir texturas y formas que han cautivado ya a chefs de alta cocina.
También el sector del automóvil se ve beneficiado por la tecnología 3D. En 2014, la compañía estadounidense Local Motors imprimió el Strati, que fue el primer automóvil fabricado casi por completo por una impresora 3D. Aquí la gran novedad es que el Strati cuenta con 49 piezas, frente a las 5.000 o 6.000 de un vehículo convencional.
Por su parte, Volvo Trucks anunció el año pasado una reducción del 94% en los plazos de entrega gracias a la impresión en 3D.
Quizá en el terreno de la genética y la biomedicina sea donde se dan los casos más espectaculares. Algunos expertos hablan de la probabilidad de imprimir células humanas y órganos como el corazón o el hígado, algo que revolucionaría el mundo de los trasplantes.
En febrero de 2013, la revista Science publicaba un estudio en el que ya se planteaba la posibilidad de imprimir células madre que podrían usarse en la creación de tejidos, para probar nuevos fármacos o reemplazar órganos humanos. La impresión de células en 3D puede ayudar al estudio de ciertas enfermedades y a desarrollar nuevas terapias. Una de las grandes esperanzas en este sentido se da en la investigación contra el cáncer.
¿Por qué impactará este sector?
Para el año 2025 se estima que el valor de este mercado será de más de 500 mil millones de dólares a nivel mundial. A la fecha este mercado registra crecimientos anuales hasta del cien por ciento.
Tres son los aspectos que marcarán el impacto de la impresión 3D, el primero tiene que ver con la personalización de la impresión, al ser la única tecnología disponible que permite la creación de productos de manera más eficiente. Seguido por que el usuario podrá producir únicamente lo que necesita sin desperdiciar materiales, lo que traerá beneficios en costo desde la impresión de la pieza número uno.
Finalmente, está el reciclado de materiales para uso como insumo en 3D, esto trae consigo un impacto ambiental que será más interesante conforme siga avanzando.
Fuente: Infochannel